Venta de Baños: 150 años de futuro.

Venta de Baños: 150 años de futuro.

15 diciembre, 2015
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Se que les costará creerme : yo vivo muy a gusto en Venta de Baños. Y además he de decirles que, aunque les parezca increible, la mayoria de los jovenes de Venta de Baños no se drogan. Y es más: los hay que hacen deporte, que estudian, e incluso ¡fíjense lo que les voy a decir!, incluso bastantes, van a la universidad. Claro que aún no tenemos un Nobel; y que, aunque compartimos con Palencia una Marta Dominguez, nos faltan un Casillas o un Iniesta para nosotros solos. Pero vamos con otros 150 años todo se puede lograr. Bueno, todo, todo no; que para conseguir que paren los trenes hará falta un ministro de fomento con visión de futuro; y de eso no sé si hay cantera en la política nacional. Miren, sería la paroxetina que me hace de artificial optimista, pero lo cierto es que, en mi dí­a a dí­a, me cuesta reconocer a Venta de Baños en todos los clichés negativos que nos convierte en habitantes resignados de un lugar feo y sin futuro; como si estuvieramos aquí­ porque no pudieramos irnos a otro sitio.

Es cierto que no es un pueblo de esos de calendario alpino. Y que hay gente un poco rara: en mi hilera de adosados, sin ir más lejos, estamos: yo misma, con tres perros, y una casa con más trasiego de gente que la Castellana.

Yo nací en San Pedro de Trones, un pueblo precioso entre el Bierzo y La Cabrera, pero tán escondido, que hasta hace poco no figuraba en los mapas. Así­ que cuando me casé y me vine a vivir a Venta de Baños, para mi fue una gran promoción pasar del culo del mundo, a un ombligo, aunque sí lo fuera el de España; y experimentar como un cierto desagravio el que, otro de mi pueblo, pusiera una pica en las infraestructuras del estado, y disfrutara de unas buenas carreteras, y viajara en trenes sin tener que pasarse media vida dentro de los vagones. Pero bien poco me ha durado la alegrí­a: fué llegar yo y empezar a congestionarse las autovias, y a pasar los trenes sin parar, como si los de San Pedro de Trones, generación trás generación, perpetuaramos un repelente contra los servicios públicos. -Buen pueblo, muy buen pueblo- piensan de Venta de Baños– Y que ricos los churros que ponían con el café con leche en la fonda de la estación. Y es que para los emigrantes, como mis padres, el llegar a Venta de Baños, era ya como estar en casa. Y porque no estaban aquellos tiempos como para excentricidades, con el paí­s lleno de secretas que, en el mejor de los casos, sólo te aplicaban la ley de vagos y maleantes; pero, seguro que a más de uno, le hubiera apetecido besar el suelo de la madre patria en el andén de Venta de Baños.

Con lo de la celebración de los 150 años de la instauración del ferrocarril nos hemos puesto, para mi gusto, excesivamente nostálgicos y demasiado vaporosos. Y bien está aprender del pasado; y disfrutar con el recuerdo de aquellos viajes eternos, que la memoria nos trae ya limpios de carbonilla y humos; y sin las nalgas ulceradas por los asientos de madera. Pero ahora, la verdadera batalla la tenemos que librar por el futuro: por el mantenimiento de unos servicios ferroviarios rápidos, que permitan compaginar la residencia en Venta de Baños, donde el precio de la vivienda es asequible, con el trabajo o el estudio en Valladolid o Palencia, e incluso León y hacerlo usando el tren.

Nosotros en la Farmacia Sanz de Venta de Baños, siempre hemos tenido claro que este era un buen pueblo para invertir y para vivir. Y por eso hemos ampliado nuestra oferta de servicios con una ortopedia, la primera del Cerrato, y con consultas de podología y fisioterapia, en la Clínica La Estación y por supuesto seguimos con nuestras cremas de formulación propia, y con principios activos de última generación, y bases siempre de calidad. Por que, como hemos dicho otras veces, el trabajar y vivir en un pueblo, como es Venta de Baños, no te impide pretender y fabricar lo mejor.